viernes, 3 de abril de 2009

EL METRO, LA MEJOR BIBLIOTECA

Como llega la semana santa haremos un parón en mi relato, y a la vuelta seguiremos con los sucesos que invaden mi vida en los últimos tiempos.

Hoy quiero dedicar mi espacio con algo más ligero y que también tiene que ver con mi historia, sólo que no continúa con la trama donde la dejamos.

Uno de los cambios que más noté cuando me quedé en paro fue la ausencia del metro.No porque fuera un apasionado de este medio de trasnporte ni porque dejara de usarlo, lo sigo cogiendo todas las semanas.Incluso podría decir que hubo momentos en los que acabé quemado de pillarlos varias veces en un mismo día, y casi siempre la misma línea.

Lo que verdaderamente echaba de menos eran mis viajes en metro al trabajo.Veréis, como la oficina donde acudía todos los días estaba en la otra punta de la ciudad, mi trayecto bajo tierra duraba casi 50 minutos, a veces casi la hora.Cuando iba en Cercanías, como el camino era sobre la superficie podía entretenerme viendo el paisaje, pero pasar dos horas al día, una para ir y la otra para volver, a oscuras y sin nada que ver es bastante aburrido.Así que decidí ponerle remedio, ¿cómo? Pues reconciliándome con una afición que había perdido al comenzar la carrera, la lectura.

Ya no me acordaba de lo que se puede disfrutar con un buen libro, pero es que la universidad y más mi carrera, es una amante muy exigente, que necesitaba de mi atención casi en exclusividad, y era normal que después de tirarme una jornada entera entre libros y apuntes no me apeteciera lo más mínimo abrir un libro para simplemente leer.Sin embargo ahí radica la diferencia entre estudiar y leer, en la simple sencillez del acto:Mientras que al estudiar estás leyendo, razonando, asimilando y si es posible memorizando, con la lectura por placer es totalmente distinto, porque sólo te limitas a leer y recibir el mensaje, y bueno, a disfrutar de la historia claro.En un mismto rato mientras que a lo mejor has estudiado 5 páginas, seguro que con una novela habrás leido 20 por lo menos.

De todas formas hay a quien no le gusta leer.Supongo que va en función de la personalidad; yo por mi parte nunca he tenido ese problema porque desde muy pequeño me han gustado los libros, comics, etc.Pero he de decir que a veces incluso gustándote leer, se te hace imposible terminar un libro.En ese momento te das cuenta de que el fallo no tiene por qué estar en la persona, puede que sea el libro.

Como de todo tiene que haber en la viña del Señor hay libros de todo tipo:Los hay muy buenos, menos buenos, no tan buenos y malos hasta decir basta.Pero claro, para gustos los colores, porque mientras que para mí "La conspiración" de Dan Brown es un libro que me gustó muchísimo, para la amiga que me lo prestó pasó sin pena ni gloria.Pero es cierto que para leer y experimentar el gozo de la lectura el libro te tiene que motivar.Influyen muchos factores, la temática, la forma de escribirlo,pero también hay otro factor que va más allá de la persona y del libro: El lugar.

Este hecho se me manifestó una vez que quedé en paro.Como decía para poner remedio al aburrimiento que se subía conmigo al coche del metro, empecé a coger libros, y he de decir que en los meses que estuve de becario aproveché para ponerme al día con unos cuantos títulos que estaba deseando leer: "El Ocho", "Los Pilares de la tierra" y "Un mundo sin fin", La saga completa de Dan Brown, y muchos otros que figuran en la lista de novelas que he leído en el último año que figura al margen de este blog.Todos ellos en mi opinión libros buenísimos, algunos mejores que otros pero ninguno desmerece.

Con este subidón decidí de continuar con la lectura a pesar de no seguir cogiendo el metro, leería en mi casa.Pero no fue lo que me esperaba.Entre la tele,el ordenador, la música, todo era un mar de distracciones que me impedían concentrame en lo que estaba leyendo.

No haya nada como el sonido del metro para concentrarte en el argumento.Me llegaba a eclipsar de tal manera que ni siquiera oia el aviso de las estaciones, pero el caso es que nunca me pasaba de parada.Desarrollé una especie de sexto sentido que me avisaba de que mi parada se encontraba próxima y en ese entonces levantaba la mirada del libro, le ponía el marca páginas y lo cerraba.Ya estaba deseando que acabara la jornada para averiguar qué pasaría después.

El primer mes de paro fue más raro, pero por fin encontré una franja del día para leer agusto sin distracciones, y pude terminar el libro "El ladrón de tumbas".Mi bibliotecario me pidió a modo de encargo que le escribiera unas lineas sobre mi opinión acerca del libro.No estaba mal, aunque se me hizo un poco pesado.No sé si sería porque me pilló en fase de trabajador activo a parado, ya lo decía Ortega y Gasset: "Yo soy yo y mis circunstancias".

Volví a la biblioteca para devolverlo y vi un libro codiciado por mí desde hace meses, "El fuego", la continuación del Ocho, libro que ya he mencionado.Fui corriendo a por él, diciéndome a mí mismo que habñia tenido mucha suerte en pescarlo porque lo que pasa con los best-seller es que al estar de moda la gente los pilla con mucha asiduidad.A mi mente viene la pila de 20 ejemplares de "Un mundo sin fin" que encargaron los de la biblioteca.Esta bien ser previsor y disponer de un número suficiente para que la gente no lo acapare pero se pasaron tres pueblos.

Cuando entrgué el carnet para llevármelo el bibliotecario me dijo que no me lo podía llevar porque estaba reservado.Mi gozo en un pozo, "pero si está aquí", "ya pero es que esta reservado desde hace unos días, qué le vamos a hacer.Lo que puedo hacer es reservártelo para últimos de mes", bueno, acepté.Y en su lugar me llevé otro muy bueno del autor Alberto Vázquez Figueroa, "El señor de la tinieblas", muy bueno, trata de un médico que le vende su alma al mismo demonio a cambio de la cura contra el cáncer.Durante el libro el pobre médico se debate entre la satisfacción de paliar un mal tan grande para la humanidad y la agonía de saber que está condenado para toda la eternidad.

Y actualmente tengo en mi poder "El fuego".Os alegrará saber que por fin he encontrado tiempo en mi nueva rutina para leer con tranquilidad:De camino a los rodajes, o estando por las mañanas solo en casa.

Ahora en estas fiestas me lo llevaré conmigo para leerlo de viaje, o en los ratos libres.Por cierto quiero desearos a todos los que os metais por aquí una feliz semana, creyentes y no creyentes.Nos vemos a la vuelta.

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